Adiós a La Cabeza del cordero.
Gracias por todo. Te recordaremos mientras podamos aunque no prometemos nada, ya sabes, el ser humano es así.
Ya no ronda el año 1836 pero seguimos sin recuperar la esperanza.
Descansa.
"Una nube sombría lo envolvió todo. Era la noche. El frío de la noche helaba mis venas. Quise salir violentamente del horrible cementerio. Quise refugiarme en mi propio corazón, lleno no ha mucho de vida, de ilusiones, de deseos.
¡Santo cielo! También otro cementerio. Mi corazón no es más que otro sepulcro. ¿Qué dice? Leamos. ¿Quién ha muerto en él? ¡Espantoso letrero! «¡Aquí yace la esperanza!»
¡Silencio, silencio!"
(Larra)
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